El organigrama invertido

Estudiando a las empresas familiares de España, podemos encontrarnos con muros de contención ante los cambios. El ceder espacios de poder a nuevas generaciones puede resultar un poco difícil para quien con esfuerzo y sin mayores distracciones ha concentrado su vida en levantar una empresa, en este arcoíris de posibilidades podemos encontrar estructuras cerradas que no permiten la entrada de factores externos y menos que traiga vientos de cambio y podemos encontrarnos organizaciones cuyas generaciones consecuentes no intervienen en el desarrollo del negocio y éste es gestionado por terceros.

Son las empresas familiares más abiertas o las gestionadas por terceros las empresas más idóneas para aplicar un esquema de organigrama invertido, este concepto, que no es novedoso y que lleva tiempo de ser implementado con éxito por los norteamericanos (desde los años 70), tiene sus detractores. Aún quedan muchos directivos que no quieren voltear hacia esta propuesta y menos ejecutar este enfoque, porque pueden dar la impresión de que están perdiendo el poder siempre visto desde las alturas o perder ese agradable término que los identifica como “alta gerencia”. El organigrama invertido, lejos de eso, no es perder, es ganar, puede ser apreciado como una estrategia de la empresa, sin embargo soy de los que opina que es mucho más que eso: es la aplicación de una nueva cultura organizacional, no necesariamente orientada al cliente, es también orientada de forma natural conforme a cómo debe aplicarse la visión de la empresa.

Es lo más parecido a un árbol, donde las raíces son los accionistas, donde el tronco, la base, es la junta directiva, donde fluye la comunicación hacia los niveles que más se exponen, que más se ven; donde las ramas la constituyen los directivos o especialistas de la organización y donde las hojas son los principales colaboradores (los empleados de postín) y en donde el fruto, es el fruto de toda la gestión de la organización no más.

La gerencia de altura es aquella que nos da un buen soporte, en recursos, en comunicación, en seguimiento, en calidad, en gestión a quien tiene el contacto con el cliente, con el mercado (el medio ambiente); esta herramienta le da el “empoderamiento” (empowerment) a los empleados y rompe con una estructura tradicional de ver el flujo comunicacional y de delegación de funciones y asignación de responsabilidades. Pero implementar el organigrama invertido es mucho más: es mantener a la gerencia en el apoyo constante a los niveles que encaran día a día el negocio (el “front”), que permite poder ser proactivo ante los cambios desde el “front” hacia el apoyo gerencial con mayor rapidez de respuesta.

Imagínense la buena impresión que tendría cualquier relacionado con la organización (cliente, empleado, auditor, entidad financiera, socios, etc.) si el Director que estoy buscando le entregara el organigrama invertido, no sólo sería un golpe de sorpresa, sería un éxito rotundo por el derroche de imagen y ejemplo que estaríamos ofreciendo; un reflejo de una empresa familiar abierta al cambio, más moderna y menos conservadora, algo que nada nos pesa y que por el contrario mucho nos aporta.